Built to Spill

Built To Spill – You in Reverse

Built to Spill son una banda de Idaho (U.S.A.) con un único miembro fundador en sus filas durante hace ya mucho tiempo, el señor Doug Martsch, el cual desde hace ya también unos cuantos discos tiene costumbre de cambiar todos los músicos cuando se tiene que empezar un nuevo proyecto en forma de álbum. Esto a priori podría parecer un elemento que haga disminuir la creatividad y enfoque de nuevas canciones en la banda, pero nada más lejos de la realidad, y es que el bueno de Doug sigue facturando a día de hoy grandes discos y sobretodo el imprimir una personalidad única en sus canciones, ya sea por su voz tan característica o por llevar a un estilo como el Rock a terrenos pasados donde era el rey de todo y de todos.

El disco que nos ocupa este espacio lleva como nombre You in Reverse y dio a luz el año 2006, dentro de una etapa de la banda donde su sello discográfico le había dado una última oportunidad antes de dejarlos como otra banda más sin el éxito deseado. La primera canción que abre el disco es de esas que para mí están entre las mejores de toda la historia de la música…. ¿exagero? pues probablemente, pero mis sentimientos mandan y os aseguro que después de decenas y decenas de veces que la he escuchado sigue poniéndome los pelos de punta. Una obra de arte de casi 9 minutos que te hará viajar desde lo más hondo de tu ser a querer salir corriendo al balcón a gritar que la vida es maravillosa. Mientras que estoy escribiendo estas líneas la estoy escuchando y me sigo emocionando con ella. No words…

Las demás canciones del disco pues no bajan el nivel ni mucho menos, aunque ninguna de ellas llega a la excelencia de la primera, bien podríamos decir que You in Reverse es un disco de esos donde todas las canciones son creadas en una cumbre compositiva y sobretodo ejecutadas magistralmente por una banda de músicos que saben muy bien lo que hacen y como se tiene que hacer, especialmente el batería Scott Plouf, el cual aporta unos ritmos y detalles con una clase fuera de lo normal, sin nada de ruido… Solamente tocando para la banda y lo que la canción pide en cada momento. Tan fácil y tan difícil a la vez.

Las guitarras fluyen y se dejan moldear dentro de tu cabeza a medida que el disco va andando por el reproductor y el bajo le da el músculo perfecto a todos los temas, presente y con un sonido grande como lo requieren todas las canciones, incluso las que van a medio tempo como «Liar», «Wherever You Go» o «The Wait».

Os animo efusivamente a que intentéis conseguir una copia de esta maravilla de disco y seguro que después de los primeros nueve minutos te habrás hecho fan de la banda sin lugar a dudas. Otro disco que es un tesoro atemporal.

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